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El Último libro de Manuel Carballal ¡¡YA A LA VENTA!!
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Entre 1961 y junio de 1976, en que fue clausurada por el Ministerio de Bienestar Social, por no disponer su director de ninguna titulación académica, cientos, quizás miles de enfermos terminales, fueron tratados con la “medicina ummita” en el Hospital ummita de Cañuelas, a menos de 70 km. De Buenos Aires (Argentina). Su fundador, el falso médico Carlos Eduardo Jerez, encontró en las cartas y documentos ummitas la mejor fuente de inspiración para dotar de una pátina de credibilidad, su delirante puesta en escena.
Para terminar de convencer a los incautos, dispuestos a recibir sus tratamientos de “radiaciones gamma” por un no módico precio, construyó un platillo volante, inspirado en los dibujos de Jordán Peña, colocado frente a la clínica extraterrestre.
Jerez aseguraba ser descendiente de uno de los extraterrestres de UMMO que, en sus incursiones por el planeta tierra, había dejado embarazada a una humana… su madre. Y como haría en España años más tarde Eduardo González “Eddy”, supo amortizar los libros escritos por los ufólogos que daban credibilidad a UMMO, las fotos de San José de Valderas, o los elocuentes informes ummitas, para “probar” que su historia del híbrido extraterrestre, y que la “revolucionaria medicina ummita” que se ofrecía en su clínica, eran reales.
Para terminar de convencer a los incautos, dispuestos a recibir sus tratamientos de “radiaciones gamma” por un no módico precio, construyó un platillo volante, inspirado en los dibujos de Jordán Peña, colocado frente a la clínica extraterrestre. En su interior, decorado con todo tipo de artefactos, osciloscopios, y lucecitas de colores, sometía a los enfermos a la terapia extraterrestre. Debajo del platillo, sobre un monolito de granito, una placa metálica rendía tributo al Servicio de Inteligencia de Hono (UMMO). Y en todos los documentos y tarjetas de visita del hospital, Jerez había imitado el diseño creado por Jordán Peña que autentificaba los mensajes ummitas: una huella digital con el símbolo )+(
Para terminar de convencer a los incautos, dispuestos a recibir sus tratamientos de “radiaciones gamma” por un no módico precio, construyó un platillo volante, inspirado en los dibujos de Jordán Peña, colocado frente a la clínica extraterrestre. En su interior, decorado con todo tipo de artefactos, osciloscopios, y lucecitas de colores, sometía a los enfermos a la terapia extraterrestre. Debajo del platillo, sobre un monolito de granito, una placa metálica rendía tributo al Servicio de Inteligencia de Hono (UMMO). Y en todos los documentos y tarjetas de visita del hospital, Jerez había imitado el diseño creado por Jordán Peña que autentificaba los mensajes ummitas: una huella digital con el símbolo )+(
Para su cruel embuste, Jerez contó con la complicidad de otros médicos, como el Dr. Analberto Alcaraz (hoy metido en política, aunque salpicado por la muerte de un paciente en Asunción el pasado año), que también trabajaron en la clínica ummita. Jacques Vallée, en su libro Revelations (1989) calificó la clínica ummita de Cañuelas como “el más ominoso capítulo de Ummo nunca antes publicado”. Yo no habría sido tan elegante…
Para terminar de convencer a los incautos, dispuestos a recibir sus tratamientos de “radiaciones gamma” por un no módico precio, construyó un platillo volante, inspirado en los dibujos de Jordán Peña, colocado frente a la clínica extraterrestre.
La clínica ummita fue precintada en 1976, y Jerez pasó un año en una de las prisiones de la dictadura militar argentina. Al salir un cliente agradecido le dio trabajo en una fábrica donde, entre otras cosas, se confeccionaba papel higiénico Hono, de nuevo con el símbolo )+(. Nunca el invento de Jordán Peña estuvo tan lleno de mierda.
Pero el hibrido ummita no aprendió. En 1995 de nuevo fue condenado, esta vez por un doble homicidio y por ejercicio ilegal de la medicina. La denuncia llegó de las familias de dos ancianas enfermas de cáncer que abandonaron prematuramente el tratamiento porque confiaron en la medicina ummita… Las dos murieron. A Jordán Peña no le importó.
UMMO: UN MITO IMPARABLE
Cuando Antonio Ribera, Rafael Farriols o Enrique López Guerrero publicaron sus primeros libros monográficos sobre UMMO dieron alas a un mito que ya nadie podría detener. Hasta ese momento el engaño de Jordán Peña afectaba solo a los receptores de los informes en Madrid o Barcelona. Pero cuando los libros salieron de imprenta, la leyenda traspasó fronteras.
La historia era tan hermosa y, como el agente Mulder, todos querían creer, que ya nadie puedo evitar su expansión mundial. Además de los miles de imitadores que todavía hoy autentifican sus engaños con el símbolo )+( y además de los aspectos criminales del caso (como Edelweis o Cañuelas), existe una dimensión sociológica y comercial sorprendente.
Hoy, no solo la tienda de Cuarto Milenio comercializa figuritas de extraterrestres ummitas, lo que sería comprensible, sino que hasta en Japón es posible comprar maquetas y juguetes infantiles con el símbolo de UMMO. Autores europeos, asiáticos o americanos han escrito sus propios libros sobre UMMO, mientras restaurantes, cafeterías, grupos musicales, artistas, etc, de diferentes países utilizan ese nombre. Hasta los guionistas de la serie Perdidos incluyeron su símbolo en uno de los capítulos...
UMMO es un monstruo de Frankestein que sobrevivirá a su autor.
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