CARLOS CASTANEDA: EL SUEÑO DE LAS BRUJAS

En 1985, y mientras Fellini recibe las notas anónimas, las llamadas telefónicas guturales y las tropelías "brujas" en México, en EEUU ocurren muchas cosas.

Regina Thal también ha descubierto, por experiencia propia, que su poder va mucho más allá de lo que los académicos de UCLA digan sobre la credibilidad de sus investigaciones antropológicas. No importó que su libro fuese un plagio. Se vendió igualmente.

Y los seguidores de Castaneda seguían -seguimos durante años- mirándola con esa cara de rendida admiración e incondicional devoción tan embriagadora para cualquiera. Así que sacó su segundo libro. Esta vez con Simon & Schuster y con un entusiasta prólogo de Carlos Castaneda. El éxito estaba garantizado. Se tituló: "El sueño de la bruja". Y narraba los meses que la autora habría vivido con una curandera, en un pueblecito del norte de Venezuela aprendiendo sus secretos mágicos. El mismo modelo Castaneda-don Juan.

En su prólogo Castaneda prepara el trasvase de lectores para apoyar a su pupila favorita:

''La obra de Florinda Donner tiene un significado muy especial para mí. En realidad concuerda con mi propia obra y, al mismo tiempo, difiere de ella. Es como si Florinda Donner y yo fuésemos colaboradores. Ambos estamos comprometidos en el mismo empeño, los dos pertenecemos al mundo de don Juan Matus...

No puedo dejar de sentir la admiración y el respeto del guerrero hacia Florinda Donner, que, a solas y enfrentándose a fuerzas superiores, ha mantenido su ecuanimidad, ha seguido fielmente el camino del guerrero y ha observado al pie de la letra las enseñanzas de don Juan".

Nadie sospecharía que Castaneda y Florinda vivian juntos desde principios de los 70... Regina Thal, bajo el todavía pseudónimo de Florinda Donner afirma al inicio del libro:

"A mediados de los setenta hice un viaje a Miranda (estado del noreste venezolano). Como entonces yo era una estudiante de antropología interesada en las técnicas curativas, trabajé con una curandera. Respetando sus deseos de mantener el anonimato la llamaré Mercedes Peralta y daré el nombre de Curmina a su pueblo".

Más adelante Florinda afirma que tomó nota de todos los aspectos de sus relaciones personales con Mercedes y de las observaciones que ésta le hizo en unos apuntes de campo, y que este libro:

"Está formado con los fragmentos de esos apuntes de campo y con las historias de los pacientes escogidos por la propia Mercedes Peralta. Aunque las partes procedentes de mi diario aparecen escritas en primera persona, he redactado las historias de los pacientes en tercera. Ésta es la única libertad que me he tomado con dicho material, aparte de cambiar los nombres y los datos personales de los personajes a los que me refiero".

En el primer capítulo la autora, todavía tímidamente, como tanteando la reacción del público, hace la primera alusión a su relación con don Juan Matus y su grupo:

"Conocí a un indio del norte de México que era un nagual... cuando me uní a ellos el nagual me llevó a México para presentarme a una mujer extraña y sorprendente... Se llamaba Florinda Matus" (pág. 11 y 12).

Hoy sabemos que los análisis de los libros de Castaneda, Donner o Abelar son una pérdida de tiempo. Y lo sabemos porque todos los hemos hecho. Los autores se inspiran, muy levemente, en circunstancias, personajes y lugares reales, para luego desarrollar un entramado de ficción extraído de sus lecturas, sueños o simple inventiva. "El sueño de la bruja" no es una excepción. Desde el primer capítulo las contradicciones e incompatibilidades narrativas se suceden una tras otra si comparamos su relato con el de sus otros libros y con la cronología histórica. Si en este Florinda dice que primero conoció al Nahual y un tiempo después a su mentora Florinda Matus, en el siguiente "Ser en el ensueño", dice que los conoció al mismo tiempo; si en este afirma que su mentora le dijo "que no debía pedir subvenciones ni tener supervisores académicos", hoy sabemos que si los pidió en UCLA, y que fue UCLA quien le negó el doctorado por su plagio anterior, etc. Y sin embargo, no todo es inventado.

Según me confirmó su hermano Ulrich, es cierto que Florinda volvió a Venezuela después de haber asistido a su boda en 1975 y que visitó, brevemente, a una curandera:

"Lo de los yanomamis yo no sé pero lo de las brujas... en el ínterin ella visito a mi madre. Y a una bruja en Barlovento. Y ella aprovecho y estuvo unos dos días con mi padre. Eso sí es cierto, lo de los yanomamis no lo sabemos...".

En su libro, sin embargo, Florinda dice que "mis padres no se encontraban en Venezuela en aquellos momentos" (pág. 18), pero con todo lo que sabemos ahora, podemos considerarlo una mentirijilla piadosa para no romper el hilo narrativo.

Ulrich Thal llegó a tener en sus manos el borrador de "Ser en el ensueño", porque cuando sus padres fallecieron en Alemania, años después, y vendieron la casa, descubrieron que su madre -Katarina Claussnitzer-, era quien lo había pasado a máquina. Aunque ni allí, ni en ningún otro lugar, siguiendo la tradición castadeniana, nadie vio ni escuchó jamás "mis cintas y notas", supuestamente tomadas durante la investigación en Venezuela.

-Lo que pasa es que la ilusión de mi madre era irse a vivir con ella a Los Ángeles. Nosotros encontramos el manuscrito pasado a máquina por mi madre. Y eso a mi madre... eso me imagino que la mantuvo ocupada en Alemania, y se sintió importante. Regina tenía una letra fatal, yo casi que no la podía leer, y mi madre siempre pensó que terminaría viviendo en Los Ángeles con ella...

Según me explica Ulrich, su madre mantuvo esa ilusión, la de terminar viviendo en EEUU con su hija, y después con su "nieta", el "explorador naranja-Tycho Thal, durante años. Y Regina se lo permitió.

Fragmento del libro
La Vida Secreta de Carlos Castaneda.

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