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El Último libro de Manuel Carballal ¡¡YA A LA VENTA!!
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Saliendo de Caracas (Venezuela) por la autopista Francisco Fajardo, antes de tomar la carretera Mamera-El Junquito, la puedes ver desde el coche. Espectacular. Bellísima. Pero difícil de fotografiar. Fue necesario hacer una maniobra un poco temeraria para conseguir cruzar la autopista y llegar a los pies de la diosa para poder inmortalizarla como se merece.
Es la estatua de María Lionza, desnuda sobre un tapir, que creó el escultor caraqueño Alejandro Colina en 1951, el mismo año que Castaneda llegó a EEUU. Al verla sentí la seguridad absoluta de que al Nahual debió encantarle aquella escultura, cuando atravesó aquella misma autopista camino de la Colonia Tovar, a solo 70 km. de Caracas, acompañando a Florinda Donner.
Y estoy seguro de que Castaneda debió hacer algún comentario elogioso al verla, porque él fue escultor antes que Nahual, y porque María Lionza es una deidad del folclore yaracuy, diosa de las cosechas y protectora de las aguas, que posteriormente seria adoptada por la santería venezolana.
En sus tradicionales dominios, la montaña de Sorte, donde nace el rio Yaracuy, se pueden observar los rituales más brutales y sangrientos de la santería americana. Siempre me extraño que Florinda Donner no mencionase ese lugar extraordinario. Para un venezolano interesado en la brujería Sorte es como el Vaticano para un católico, la Meca para un musulmán o Jerusalén para un judío.
Yo intenté seguir las huellas de Castaneda y de Donner en Colonia Tovar, otro lugar desconcertante. Una anomalía en la latina y petrolera Venezuela. Fundada en 1843 por un grupo de inmigrantes alemanes, lo primero que llama la atención es su arquitectura kaiserstuht, característica de una región alemana situada al suroeste de Friburgo de Brisgovia. De hecho es como si de pronto fuésemos teleportados a la Alemania de principios del siglo XX. Por eso, y por sus danzas típicas germanas, sus salchichas y cerveza y su particular dialecto: el alemannisch, la Colonia Tovar se conocer como "la Alemania del Caribe".
Allí se asentaron muchos inmigrantes alemanes llegados a Venezuela a lo largo del siglo XX... entre ellos los padres y hermanos de Florinda Donner. Y ella misma.
Intenté seguir sus huellas, digo, en la Colonia Tovar, pero como es frecuente en la historia de Castaneda, las huellas terminaban por desdibujarse, como en las arenas del desierto de Sonora, hasta desaparecer totalmente. Y mis gestiones en el Ayuntamiento, hoteles, comercios, etc. fueron infructuosas.
Solo Alexandra Collin, del Archivo Histórico y Genealógico de la Colonia Tovar "Prof. Dr. Conrad Koch", supo decirme algo concreto: "Solo hay un Sr. Thal en la colonia, pero no está en el país". Se refería a Ulrich Thal, hermano pequeño de Florinda Donner y su último familiar vivo en la actualidad. Desgraciadamente Ulrich y su encantadora esposa se encontraban en esos momentos en Suiza, visitando a uno de sus hijos. Pero eso ni yo ni la señora Collin lo sabíamos.
Lo intenté entonces en el prestigioso colegio alemán Humboldt, donde estudió primaria e incluso en la Embajada de Alemania en Caracas, pero tampoco hubo suerte. Sin embargo me dijeron que les dejase mi teléfono y email y que intentarían localizar al Sr. Thal y trasmitirle mi deseo de contactar con él. Pasaron varias semanas hasta que Ulrich Thal se puso en contacto conmigo y tras una larga conversación telefónica, pudimos acordar un encuentro personal.
Pero antes de proseguir, quizás debería explicar porque las huellas de Castaneda esta vez me guiaban a Venezuela. Y es que, en 1970, Florinda Donner, su bruja principal, entró en su vida, para no salir nunca más...
Fragmento del libro
La Vida Secreta de Carlos Castaneda.
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