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Después, en 2004, llegaron las fotos de extraterrestres, que parecían posar a unos centímetros de la cámara del contactado, razón que explicaría los continuos desenfoques y difuminados de las imágenes. Sospechosamente similares a los efectos mágicos que realizan algunos ilusionistas utilizando cámaras fotográficas en sus espectáculos, pudiendo tomar una foto del público y hacer que, una vez revelada, sobre dicha foto aparezca cualquier otro símbolo, mensaje o imagen superpuesta…
En el año 2000 sus padres llevaron de nuevo a Robert al psiquiatra. Sufría síntomas de una depresión severa. El médico le recetó un antidepresivo pero, misteriosamente, las tabletas de fármacos aparecieron quemadas dentro del botiquín, y “el niño holandés” interpretó el fenómeno como un mensaje de los extraterrestres para que no consumiese aquellos fármacos. Se limitaría a tratar su trastorno con Flores de Bach, y con la energía que fluía de los círculos de las cosechas. Su caso acababa de dar un giro esotérico peligroso. Así que, cuando llegó el momento de presentar evidencias gráficas de sus contactos, las fotografías de supuestos extraterrestres no tardaron en dejar paso a fotos de “energía luminosas”, y después a seres espirituales…
Hadas, demonios, elementales y espíritus de personas fallecidas, fueron engrosando los álbumes de fotos de Robbert van der Broeke, incluyendo fotografías de Bill, el hermano de la investigadora Nancy Talbott, fallecido poco tiempo antes. Resultaba extraño que la imagen Bill Talbott fuese exactamente igual a una fotografía que conservaba Nancy, en la que posaba junto con su hermano, pero cuando alguien pierde de forma súbita a un ser querido, el dolor, y la esperanza de que esté en un lugar mejor, suelen obnubilar el sentido crítico. Y las fotografías de espíritus, tomadas por “el niño holandés”, que ya había dejado de ser tan niño, solían llegar acompañadas de mensajes de amor y paz desde el más allá de la muerte. Robbert acababa de descubrir su capacidad mediúmnica.
El “niño holandés”, ya convertido en un hombre corpulento, aseguró que algunos de los veteranos investigadores británicos de los círculos, como Paul Vigay o David Kingston, se comunicaban con él desde el más allá. Pero la gota que colmó el vaso fueron las supuestas fotografías paranormales del famoso investigador Pat Delgado, fallecido en marzo de 2009, y del que van der Broeke aseguraba le enviaba mensajes tras su muerte. Aquello afectó mucho a la familia de Delgado, y Colin Andrews, principal experto mundial en los crop circles, y amigo personal de Delgado, estalló en cólera, acusando a Robbert de ser un delincuente, un mentiroso compulsivo y el autor del mayor fraude de los últimos años.
Médium, psíquico, sanador… No hace falta ser un experto en fotografía para percatarse de que todas las fotografías supuestamente paranormales de Robbert siguen un mismo patrón. No importa que se trate de OVNIs, extraterrestres, elementales o espíritus desencarnados. Las imágenes “paranormales” siempre aparecen desenfocadas con relación al paisaje, y pegadas al objetivo. Lo sospechoso es que, cuando los investigadores comenzaron a estudiar a fondo aquella enrevesada historia de crop circles, OVNIs, duendes y comunicaciones con los muertos, comenzaron a encontrar cada vez más indicios de que todo era un gigantesco fraude.
Las fotografías de los espíritus, curiosamente coincidían siempre con imágenes ya publicadas en internet, de las personas con las que Robbert decía contactar. Lo mismo ocurría con sus fotos de hadas, duendes o demonios. No fue necesario bucear mucho en google para localizar las fotos o dibujos originales que presuntamente Robbert había impreso, colocando el grabado a pocos centímetros del objetivo de la cámara para conseguir ese efecto “áurico” o “energético” del desenfoque.
Ante el peso de la evidencia Robbert van den Broeke admitió que la mayoría de las supuestas fotos paranormales que recogía su cámara eran las mismas que podían encontrarse en internet, pero lejos de confesar el fraude esgrimió una explicación tan original y temeraria como increíble. Según él, los espíritus, ángeles y extraterrestres que se plasman en sus fotos son seres superiores sin cuerpo físico material, pero su “frecuencia vibratoria de amor” es tan grande, que aún sin poseer materia, buscan en los archivos akásicos una imagen con la que los humanos puedan identificar su manifestación fotográfica… y, claro, los archivos akásicos también incluyen a los archivos de google…
La justificación fue recibida con burlas y despecho. Salvo por los seguidores más incondicionales que Robbert ya había reunido a su alrededor, y que lo consideran una especie de santo. Así que, inasequible a las críticas, el “niño holandés” huyó hacia adelante. Mantuvo un acalorado debate en la red con Colin Andrews manteniendo su versión de que las fotos y los mensajes desde el más allá de los investigadores muertos, como Pat Delgado, eran genuinos. Y en un nuevo giro de la historia, Robbert comenzó a mostrar sorprendentes poderes paranormales.
Aprendió a doblar cucharas al estilo de Uri Geller, y también a adherir a su cuerpo objetos metálicos, como si todo ello se debiese a la energía curativa que emanaba, según él, de los círculos de los sembrados, y no tardó en abrir una lucrativa consulta como sanador espiritual. Y para rubricar el origen místico y religioso de sus mensajes, pronto comenzaron a aparecer sobre su piel, una especie de “estigmas”, apenas un enrojecimiento de la epidermis, con los mismos símbolos y dibujos que antes aparecían en los campos de Hoevan. El fenómeno, que antes realizaba sobre el césped, ahora se presentaba sobre su propio cuerpo. Incluyendo estigmas con el famoso símbolo de UMMO. José Luis Jordán Peña sin duda se sentiría orgulloso de tan aventajado discípulo.
Robbert van der Broeke se transformó en un afamado sanador en Holanda. El torrente de pruebas que aportaba a sus pacientes era desbordante… sobre todo para quien ya llega dispuesto a creer. Protagonizó una serie de TV. Escribió sus memorias. Y a pesar de los esfuerzos de los investigadores escépticos holandeses, que desvelaron por activa y por pasiva el engaño, Robbert van der Broeke continuaba gritando al mundo que su contacto y sus poderes espirituales, eran auténticos. Y cobrando un buen dinero por ello.
Hoy, enfermos llegados desde distintas partes del mundo, continúan engrosando la extensa lista de espera. Pacientes que aspiran a recibir la energía curativa de van der Broeke. Sylvia Millecam fue una de ellos. Y su fe inquebrantable en que Robbert podía sanar su cancer le costó la vida…
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