SOBREVOLANDO EL HOGAR DEL YETI

“Yeti airlines”… el nombre de la compañía aérea no puede ser más elocuente. Su oferta, sobrevolar el Everest y las cumbres mas altas del Himalaya, al amanecer. 

Merece la pena levantarse a las 5 de la mañana para conseguir una plaza en una de esas avionetas y poder sobrevolar así, las montañas más altas del planeta. En aquellas espectaculares cumbres nevadas, que podemos contemplar desde la ventanilla del avión, habita, según los nativos, una criatura a medio camino entre los humanos y los simios gigantes: el Yeti.

Según los sherpas, guías nativos de los escaladores que se aventuran en las altas cumbres del Himalaya, el Yeti se alimenta de musgo, roedores, frutas podridas, etc., aunque su manjar preferido es la carne de yak.

En 1960, el legendario montañista sir Edmund Hillary formó una expedición para encontrar al "abominable hombre de las nieves" y determinar feacientemente cuánto había de fantasía y cuánto de realidad en esta tan extraña como elusiva criatura, incluyendo el que fue visto por el padre de su guía sherpa, Tenzing Norkay, pero no pudo hallar nada en uno u otro sentido.

Debido a la dificultad de esos ascensos, las huellas del Yeti se encuentran a partir de los 5000 metros de altura, y revelaban un pie de 65 centímetros de largo por 25 de ancho.

Esas huellas del supuesto “abominable hombre de las nieves” comenzaron a ser analizadas por occidentales a partir de 1889, cuando fueron encontradas, precisamente en esta cordillera pegada al cielo. Tuvieron que pasar 22 años para que se encontraran nuevas evidencias, esta vez en el Tibet. 

A pesar de que algunos de los escaladores más famosos del mundo, como el incombustible Rainold Mesner aseguran que el Yeti podría ser, en realidad, un tipo poco conocido de oso de las nieves, otros aventureros que afirman haberlo visto con sus propios ojos, como el español Cesar Perez de Tudela, afirman que la explicación a ese misterio no es tan sencilla.